Desde hace algún tiempo, la industria del cemento y el hormigón está trabajando consistentemente en el aspecto de la sostenibilidad dentro de la industria, generando investigaciones y desarrollos que demuestren que evidencian que el cemento y el hormigón son materialidades que pueden aportar decididamente en la reducción de las emisiones de CO2, así como en la generación de infraestructura resiliente a los efectos del cambio climático.
Debido a la importancia de este tema es que el Instituto del Cemento y Hormigón de Chile, ICH, decidió que su segundo congreso online abordara esta materia. “Este es un tema, no hace falta decirlo, de creciente importancia. A medida que los efectos del cambio climático son más evidentes, abordar la temática de la sostenibilidad se va haciendo cada vez más crítica”, sostuvo Augusto Holmberg, gerente general del ICH.
Sobre esto, el personero del Instituto comentó que la industria debe trabajar en dos líneas de acción: mitigación y adaptación ante los efectos del cambio climático. “Tenemos que enfrentarlo con infraestructura que sea lo suficientemente resiliente como para dar cuenta de estos cambios en las condiciones ambientales, ya sea dando un ‘upgrade’ a la ya existente o infraestructura que antes no necesitábamos y que en el futuro sí será relevante. Son las dos maneras en las cuales podemos, como sociedad, abordar el tema de la sostenibilidad”, subrayó.
Paso 1: Establecimiento de una Hoja de Ruta para la industria del cemento.
Un primer apronte que se desarrolló durante el congreso fue el análisis del documento “Hoja de Ruta de la Industria del Cemento: Hacia una Economía Baja en Carbono”, que establece lineamientos y compromisos adoptados por el sector para la “reducción de CO2 de aquí al año 2030, abordando además el rol de la industria frente a la adaptación y mitigación frente a los efectos del cambio climático”, explicó Carolina Zúñiga Bravo, químico ambiental de la Universidad de Chile y subgerente de Medio Ambiente y Sostenibilidad de CBB.
El proceso para lograr una industria con baja huella de CO2, dijo la subgerente de Medio Ambiente y Sostenibilidad de CBB, comenzó a principios del siglo XX, específicamente, en “1910, con el primer horno que fabrica cemento portland en Chile y estimándose, aproximadamente, 900 kgCO2/Ton Cem por el uso de Clinker puro. Luego, se fueron incorporando como materias primas el uso de puzolana y también, de escoria. En nuestro caso, llevamos 60 años utilizando la escoria para la producción de cemento siderúrgico”.
Desde 1980, subrayó, se inició un proceso de modernización de los hornos y una década después, se inició la automatización de las plantas. Para esa fecha, comentó la subgerente, la industria “ya teníamos un cálculo de 760 kgCO2/Ton Cem”. En el año 2000, continuó, se amplió la matriz de combustibles alternativos, tanto sólidos como líquidos. “En el norte, por ejemplo, utilizamos los aceites de la gran minería como combustible en vez del diesel”.
Con esto, explicó, se generaron elementos de Economía Circular en el sector, que se vieron reforzados con el uso de “cenizas volantes de centrales termoeléctricas, además de la escoria, que reemplaza a la puzolana al momento de fabricar cemento, así como también, el aprovechamiento de los gases del horno”.
Paso 2: Calculadora de CO2 para el Hormigón
La generación de instrumentos para la gestión de una huella de carbono, dentro de un proceso productivo, es un elemento clave para elaborar estrategias que vayan en la dirección de reducir la emisión de CO2, particularmente en una industria como la del cemento y del hormigón.
Por lo mismo, Ricardo Pareja, líder del Roadmap Bajo Carbono de la Federación Interamericana del Cemento, FICEM, presentó el proyecto “Calculadora 3C FICEM”, que se basa en protocolos internacionales y datos de compañías para medir la emisión del cemento y hormigón producido. De ahí que las tres C, sean de cemento, concreto (hormigón) y CO2”, puntualizó Pareja.
“La idea es que este no sea un instrumento interno de la industria, sino que pueda participar de las políticas públicas, pueda participar en las estrategias de etiquetado verde o en las distintas instancias donde ya no vamos a interactuar sólo con nuestro entorno, sino que se tendrá que hacer con todas las partes interesadas”, agregó Pareja.
A juicio del experto, con este instrumento “se da un paso más allá y hemos querido medir, incluso en tiempo real, el CO2 que está alojado en una tonelada de cemento o el CO2 que está alojado en un metro cúbico de concreto. Ya no es sólo tener la metodología y los algoritmos correctos, sino que también los despachos puedan contar con la información requerida”.
Hasta la fecha, comentó Pareja, FICEM está ejecutando pilotos del proyecto “Calculadora 3C” en 6 países: República Dominicana, Guatemala, Brasil, Argentina, el eje Perú/Ecuador y Chile. De estos, el experto destacó las iniciativas que se llevan a cabo en Brasil y en Perú/Ecuador, dado los volúmenes de cemento y hormigón que se manejan en estos países.
Paso 3: Uso de áridos no tradicionales
El uso de recursos naturales no renovables como los áridos para la producción de cemento y hormigón también fue un tema tratado durante el pasado congreso, ya que afecta directamente al sector en su misión de transformarse en una industria sostenible. Por ejemplo, se estima que el año 2020, se utilizaron 22.000 millones de metros cúbicos de este recurso en el mundo, comentó el Doctor en Ingeniería Civil Mauricio López, profesor asociado en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Este uso intensivo de este recurso no renovable, si bien tiene poca incidencia en la Huella de Carbono -la que en nuestro país es mayor por el transporte, aclaró el académico- da como respuesta el uso de áridos no convencionales (reciclados, de escoria siderúrgica u otro). “Si pensamos que en el hormigón puede haber hasta 7 veces más áridos que en el cemento, se genera un problema”, dijo.
En esa misma línea, el impacto de los áridos se puede ver en lo que genera la extracción del recurso: rajaduras en las cuencas fluviales, pérdida de terrenos para agricultura, entre otros. Por ello, López puntualizó que se deben considerar las negatividades que genera la extracción de áridos y cuantificarlas, ya que son “tremendamente relevantes”. Sólo en Chile, añadió, se utilizaron “aproximadamente 28 millones de toneladas de áridos de hormigones”.
Además, el académico puntualizó que la situación de los áridos naturales en Chile está en una severa crisis -una situación ya reportada en 2019 por la Mesa de discusión de escasez de áridos- por lo que la adopción de áridos no tradicionales son una solución.
Paso 4: Relevancia de la visión del mundo público
Otro aspecto relevante que se abordó en el congreso fue cómo nuestro país aborda los desafíos de tener una edificación sostenible. En esto, la perspectiva del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, MINVU, es clave ya que permite conocer cuáles serán las estrategias que, desde el gobierno central, se tomarán para dar impulsar esta materia.
En ese sentido, la arquitecta Paola Valencia, líder de Construcción Sustentable y Cambio Climático de la secretaría de Estado, detalló que estos retos que se tienen para lograr edificaciones sostenibles deben dar respuesta a una serie de elementos, como la reducción de impactos ambientales en su ciclo completo, el mejoramiento de la calidad de vida de los usuarios, impulse la denominada sostenibilidad social, impulse la modernización de la industria y que ésta sea sostenible en el tiempo y lograr un modelo sostenible de esta industria.
“Para poder lograr estos desafíos, desde el Ministerio de Viviendo hemos planteado que debemos trabajar de forma coordinada entre los actores públicos, por una parte, y entre los actores públicos y privados. Todos tenemos un rol en este sistema”, precisó.